Nos
es grato adjuntar la entrevista de Koldo Aldai a Javier León,
antropólogo, editor (Editorial Séneca) y autor (“Conversaciones con
un masón” y “Creando
utopías”).
Extractos:
- A
lo largo de estos años he descubierto en todas las partes del
mundo proyectos auténticamente utópicos. Pero no hay que irse muy
lejos para encontrar auténticas utopías. Resulta una verdadera
utopía ver a nuestros padres reciclar la basura. Eso era
impensable hace unos años. Existen pioneros que están marcando las
pautas a seguir, pero trabaja una mayoría silenciosa que practica
diariamente la utopía con la que todos soñamos.
- La
verdadera utopía somos nosotros en nuestras buenas acciones
diarias. Los pequeños gestos, los pequeños actos que realizamos
con espíritu de cambio son la utopía transformadora. Experimentos
utópicos han existido en toda nuestra historia. La utopía es
necesaria para adaptarnos y sobrevivir en un mundo cada día más
difícil.
- Aún
nos queda pendiente la asignatura de conquistarnos a nosotros
mismos y creer apasionadamente en nuestra propia utopía. Seguir
nuestro corazón y luchar por nuestros ideales es lo que nos hace
más humanos, más limpios, más puros. La sinceridad de ese acto nos
hace más libres y felices.
- Es
en la generosidad donde nos encontramos con la esencia de todo:
con nosotros mismos, con la cultura, con la familia, con los
amigos, con la sociedad y con lo espiritual. Ser generoso es ser
espiritual y ser espiritual es ser generoso. Los caminos que
elijamos para llegar a esa conclusión o para ponerla en práctica
ya difieren de unos a otros.
Un
fuerte abrazo,
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Creemos
en el concepto de UN MUNDO y UNA HUMANIDAD
We believe in the
concept of ONE WORLD and ONE HUMANITY
“Ser
espiritual es simplemente tomar consciencia de la vida y estar
agradecidos”
Entrevista
a Javier León
Javier León (Barcelona, 1973) es
antropólogo, escritor y empresario. Volcado durante un tiempo con
las minorías marginales en Andalucía y Cataluña como trabajador
social, se especializó más tarde en masonería y utopías, temas sobre
los que ha publicado “Entrevista
a un masón” (2006) y “Creando utopías” (2007), dos
obras que recomendamos. Este septiembre verá también la luz:
“Masonería: viejos manuscritos”
(2008).
Nuestro entrevistado ha hecho de la utopía
no sólo objeto de sueños sino también de estudios. Tras su rastro ha
recorrido medio mundo y ha visitado diferentes comunidades utópicas
en cuatro continentes, reuniendo cuantiosa información de un
movimiento con alcance ya planetario. Al día de hoy compagina la
antropología con una de sus mayores pasiones, editar libros: en 2006
impulsó desde Hornachuelos en Córdoba la Editorial
Séneca, que hasta la fecha lleva publicados más de
una veintena de libros.
Nos encontramos con Javier en
un luminoso día de finales de julio, en
Madrid.
MASONERÍA
¿Qué es lo que te atrajo de la
masonería?
Durante mucho tiempo estuve estudiando y
trabajando sobre la pobreza y la marginación.
Trabajé con lo que algunos denominaban lo peor del
mundo y descubrí, bajo mi asombro, que detrás de todos aquellos
escenarios habían personas con sus historias, con sus manías, con
sus sueños. Tras muchos años intentando comprender nuestra
naturaleza en circunstancias terribles, sentí curiosidad por
adentrarme en su condición antagónica. La riqueza me aproximó a la
misma inquietud: lo humano, en ese estadio social, también tiene sus
propias historias, sus propias manías, sus sueños y sus miserias. En
la masonería descubrí un mundo asombroso e increíble que muchos
ignoran y desconocen.
¿Los masones son pioneros en la gestación
de un nuevo mundo?
Los masones, por lo general, son
personas de espíritu inquieto que pretenden hacer de hombres buenos,
hombres mejores. Con esa premisa, trabajan día a día para hacer de
un mundo bueno, un mundo mejor. Son librepensadores que desean
conservar lo bueno de la vida y transformar lo caduco y lo erróneo.
¿Cuánto de esencia y
cuánto de ritual y parafernalia hay en la masonería?
Desde un punto de vista antropológico no puedo hablar
de parafernalia pues todos los ritos tienen un significado profundo
para aquellos que intentan comulgar con los mismos. La misa tiene un
significado profundo para los cristianos, así como la meditación
vespertina lo pueda tener para los budistas. Cada ritual está teñido
de una profundidad esencial. El interés y la labor de cada uno es
descubrir en ese ritual la esencia de todas las cosas.
¿Está la masonería
plenamente ubicada en nuestros días? ¿No vive de un exceso de
nostalgias?
Hay instituciones que vienen de muy lejos
y que, desde un punto de vista crítico, podríamos decir que son
producto de la nostalgia.
Tenemos, por ejemplo, el caso de la monarquía, un
producto plenamente medieval que nace, actúa y se posterga mediante
intervención divina y que, sin embargo, sigue en total vigencia y
actualidad en nuestros días. Podríamos pensar de la masonería algo
parecido desde ese punto de vista crítico. Algunos de ellos claman
que son los depositarios de la sabiduría perenne, y en ese sentido,
habría que profundizar en sus enseñanzas y cometidos para entender
el significado profundo de esa afirmación. Hay instituciones que se
transforman a lo largo de la historia, hay otras que permanecen
siglos y siglos gracias a su capacidad de adaptación a los tiempos.
UTOPÍA
¿Hay algún
lugar en el que hayan encarnado verdaderas utopías?
A
lo largo de estos años he descubierto en todas las partes del mundo
proyectos auténticamente utópicos. Pero no hay que irse muy lejos
para encontrar auténticas utopías. Resulta una verdadera utopía ver
a nuestros padres reciclar la basura. Eso era
impensable hace unos años. Existen pioneros que están marcando las
pautas a seguir, pero trabaja una mayoría silenciosa que practica
diariamente la utopía con la que todos soñamos. La verdadera utopía
somos nosotros en nuestras buenas acciones diarias. Los pequeños
gestos, los pequeños actos que realizamos con espíritu de cambio son
la utopía transformadora. Experimentos utópicos han existido en toda
nuestra historia. La utopía es necesaria para adaptarnos y
sobrevivir en un mundo cada día más difícil.
¿Cuáles son las comunidades o ecoaldeas
que más te han llamado la atención?
He visitado
ecoaldeas por medio mundo, sobre todo por California, cuna y pionera
de casi todo lo que tenga que ver con la transformación del
individuo y la sociedad. Últimamente, estoy recorriendo comunidades
por toda Europa. La comunidad escocesa de Findhorn, en la que
conviví varios meses y desde donde escribí mi segundo libro,
“Creando Utopías”, es sin duda una de las pioneras y una de las que
más impactan. También Sieben Linden, en Alemania, o Esalen, en el
Big Sur californiano, me impactaron profundamente. Auroville, en la
India, es el paradigma por excelencia.
Siempre que
pensamos en utopías tendemos a imaginar una comunidad de hippies
aislados del mundo que pretenden llevar a cabo un experimento
social. Sin embargo, hay compañías que inventan el coche ecológico,
o la energía limpia, o las relaciones humanas dentro de
la empresa.
Eso también es utopía. La utopía también se
encuentra en la empresa, en la educación, en la psicología, en la
política, en la economía, en la religión.
Desmantelar los ejércitos, acabar con las
jerarquías, el hambre y la pobreza, desarrollar energías limpias…,
existen muchas utopías por las que luchar, y por eso necesitamos
potenciar el utopismo y sobre todo, la figura del utópico.
Y en el pasado,
¿cuáles fueron los intentos más sinceros?
En mi tesis
doctoral intento profundizar en los aspectos pasados de la utopía,
para compararlos con los presentes e imaginar los futuros. Los
ermitaños y ascetas que habitaron los desiertos de Egipto y dieron
origen al monacato primitivo son, para mí, un ejemplo de gente que
buscaba la
utopía. La búsqueda incesante del Reino de Dios en
la Tierra es, sin duda, clara muestra de ese intento de construir un
mundo mejor. Pero también los pitagóricos o los esenios o los
cátaros o tantas y tantas “herejías” pasadas que lo único que
pretendían era aproximarse a la ventana de un mundo mejor.
Existieron muchos movimientos que buscaron en la nueva
tierra el crear esa utopía. Por ejemplo, en las primeras oleadas de
emigrantes que fueron el Nuevo Mundo, a América, creando nuevas
comunidades utópicas. En Israel se intentó con los kibutz, en toda
América con los falansterios, ahora, en nuestro presente, son las
ecoaldeas, donde se pueden encontrar movimientos de toda índole que
buscan desde la espiritualidad, la ecología o la política, una nueva
utopía a explorar.
¿Por
qué no se prodigan las comunidades en el mundo? Y en España, ¿por
qué gastamos tan poco de utopías?
Al principio pensé
que era difícil encontrar lugares utópicos. Pero si empezamos a
indagar, vemos que existen muchas utopías en todo el mundo. Incluso
la mayoría están organizadas en el Global Ecovillage Network (GEN).
Las encuentras en las ciudades, con las ecocasas o los ecobarrios,
también en el campo con las ecoaldeas. Pronto quizás podamos hablar
de las ecociudades. La utopía es no dejar de soñar.
En
España también existen envidiables ecoaldeas, y algunas, muy
conocidas en Europa, como he podido comprobar. La utopía es un acto
de generosidad extrema que requiere la renuncia, a veces traumática
para muchos, de un montón de comodidades y seguridades previas.
Renunciar a nuestro tiempo, a nuestro espacio y a nuestro antiguo
orden social y de valores a veces resulta ser demasiado. En España
es ahora cuando estamos despertando a la generosidad civil y social,
y en eso, algunos países como Alemania nos llevan algo de
ventaja.
¿Qué es lo que
aún nos aleja en la conquista de esa utopía?
Vivimos
en un tedio continuo, bajo el manto aplastante de la rutina
impuesta. Nos cuesta creer en un futuro mejor pues vivimos
instalados en un pesimismo realista. Hay algunos que han apostado
sus vidas por alejarse de esa somnolencia y profundizar en otras
formas de vida alternativa. Aún nos queda pendiente la asignatura de
conquistarnos a nosotros mismos y creer apasionadamente en nuestra
propia utopía. Seguir nuestro corazón y luchar por nuestros ideales
es lo que nos hace más humanos, más limpios, más puros. La
sinceridad de ese acto nos hace más libres y felices. Romper con el
miedo y la rutina de una vida segura nos atrofia y nos mata. Vivir
en la incertidumbre de nuestros sueños es el camino a recorrer, es
el camino a conquistar para aquellos que deseen explorar un infinito
de posibilidades.
EDITORIAL
¿Qué empuja a un
antropólogo a crear una editorial?
Si eres amante de
la cultura y además amante de los libros, no es mala idea crear una
editorial para expandir ambas pasiones. Uno nunca sabe por qué ama
las cosas, pero cuando convierte ese amor en propósito vital, sólo
debes lanzarte a la utopía de seguir tus sueños. Eso implica
riesgos, pero también la satisfacción de sentirte vivo, de ser actor
de tu propia obra, y no un mero espectador. El viaje a Itaca es
posible, sólo debemos creer en ese primer gesto transformador, ser
osados, nadar sobre el infortunio. Como pacifista convencido, creo
que la cultura y los libros son una apuesta entusiasta por crear la
cultura de la paz.
Ese es el lema de nuestro sello Séneca. El sello
Nous, más dado a temas de nueva conciencia, ya lo lleva impreso en
su propia naturaleza.
¿Creaste la editorial para hacer más
entendible la utopía?
Crear una editorial en nuestro
país y en los tiempos que corren es más que una utopía. Pongo como
muestra esa extrema generosidad y pasión que nace, especialmente, de
todos aquellos que trabajan y colaboran en ella. Tenemos un equipo
humano excelente y admirable, dotado de una infinita paciencia y
generosidad extrema. Para muchos, nuestros grandes maestros siempre
fueron los libros. En ellos encontramos aventuras, sueños
imposibles, viajes, enseñanzas profundas, amores. Siempre pensamos
en lo maravilloso que debía ser poder algún día ser nosotros mismos
portadores de esos milagros. Ahora descubrimos con satisfacción que
editar libros es algo más que ser portadores de ilusiones. El arte
encuentra en la palabra una forma hermosa de expresión. Los editores
son puentes que sujetan con fuerza ambos extremos para que se rocen,
se amen, se alimenten. Eso forma parte de nuestra propia utopía.
Editorial Séneca y Editorial Nous pretenden ser un encuentro de
utópicos.
¿Hay futuro
para el papel en plena era digital?
Quedó poco futuro
al papiro cuando se inventó la imprenta. No debemos
asustarnos por los avances tecnológicos. Las sociedades se
transforman y el pensamiento se amolda a los avances. Lo importante
no es si leemos a Cervantes en papel o en digital… Lo importante es
que Cervantes permanezca, que la loca utopía de Don Quijote llene
nuestras vidas de gigantes y molinos…
ESPIRITUALIDAD
¿Qué le puede ocurrir a un intelectual
para que rinda su erudición y abrace una vida espiritual?
Conozco a mucha gente espiritual que son intelectuales y muchos
intelectuales que han abrazado la vida mística. La emoción de lo
místico y la razón del pensamiento pueden ser totalmente
compatibles. Podemos tener una visión erudita del universo y
sentirnos conmovidos de su infinitud desde una espontaneidad
mística. Las claves del universo y de la vida pueden ser entendidas
o sentidas desde ambos hemisferios. Aún así, hay gente que no se
conforma con analizar el mundo desde el plano material o mental o
sentirlo desde el plano emocional, sino que además, se atreven a
experimentarlo desde la voluntad y la acción. Para
algunos, la vida plena sería una mezcla entre esas tres facetas del
ser.
¿Está de moda
ser espiritual? ¿Qué implica para ti una vida
espiritual?
Ser espiritual es simplemente tomar
consciencia de la vida y estar agradecidos por esta oportunidad
única de poder disfrutarla, actuando para que los demás experimenten
el mismo agradecimiento y gozo. Ser espiritual es ser extremadamente
generoso. Esto lleva a una transformación lógica.
Mucha gente se pierde en la parafernalia de la
mística, con regímenes estrictos alimenticios, grandes meditaciones
y efímeras expansiones de consciencia olvidando, en ocasiones, la
verdadera sencillez de la espiritualidad.
Es el místico materialista o el místico egoísta del
que hablan muchas escuelas, excesivamente centrado en los adornos
externos de la personalidad.
Eso está bien porque la generosidad debe empezar
por nosotros mismos, pero luego debe transformarse y minar la vida
de actos generosos para el otro. Es en la generosidad donde nos
encontramos con la esencia de todo: con nosotros mismos, con la
cultura, con la familia, con los amigos, con la sociedad y con lo
espiritual. Ser generoso es ser espiritual y ser espiritual es ser
generoso. Los caminos que elijamos para llegar a esa conclusión o
para ponerla en práctica ya difieren de unos a otros.
¿Por qué tanta distancia entre la
universidad y el templo, entre la razón y el
espíritu?
Esa distancia surge de un complejo mal
digerido. Diría que es un complejo histórico en el que antiguamente
se quemaban a los ilustrados porque se alejaban de los dogmas
religiosos de la época y ahora, como venganza, se queman a los
religiosos porque se alejan de la visión científica de las cosas.
Ambas posturas son erróneas y no debemos hacer de la ciencia una
nueva religión plagada de dogmas y creencias que sólo obedecen a una
verdad extrema.
Algún día lo espiritual se
reconciliará con lo científico por la sencilla razón de que el
infinito construye en nosotros los mismos interrogantes siglo tras
siglo, y también construye diferentes puentes para intentar dar
respuesta a esos interrogantes. Lo material y lo espiritual son
caras de una misma moneda. Tan sólo debemos mirar el todo y no una
de sus partes. Un científico se conmueve al mirar una estrella de la
misma forma en que lo hace un místico. Los patrones son los mismos,
lo único que cambia es la explicación que cada cuál intenta esgrimir
sobre la realidad de esa estrella. Pero para ambos, lo importante es
que la estrella brilla, y está allá arriba, en el universo.
Koldo
Aldai
1 de septiembre de 2008
Fundación
Ananta
www.fundacionananta.org